Hace tanto tiempo que pensé en escribirte que al final de mis pensamientos nunca me atreví a hacerlo. Y no puedo llamarlo cobardía, ni tampoco dejadez, ni siquiera puedo decir que deje de pensarlo cada día de mi vida desde que te fuiste al mas largo viaje que ninguno de los dos habíamos hecho antes, algo que no me gusta nombrar, pensar, llevarlo al sentimentalismo, a una desesperación real cuando por cada vena de mi cuerpo aún transpiras, aún te siento, aún me acompañas y doy fe de ello, de que te quiero, de que no puedo no tenerte en mis momentos, en el inalcanzable poder de tu mirada, tus palabras en el tiempo.
Crecimos como personas aprendiendo el uno del otro, yo sabia que tu sabias que lo que juntos podríamos aprender no era más que una pizca de ternura a lo largo de los años que nos quedase por vivir, una ilusión ¿verdad?, eso años que no nos concedieron, sin prorrogas, sin tiempos muertos, todo en una larga carrerilla sin más frenos que la guadaña, atípica manera de medir el minutero.
Te amo con la pasión de un adolescente sabiendo que en ello tu perdida fue lo que ha marcado mis sentimientos con el exterior, con la verdad de la vida, con el barrio, con mis entrañas. Y dentro de la desesperanza de 40º de alcohol o las buenas palabras de un instante en el recuerdo me pierdo en los sueños, en viejos capítulos retomados en una vía del tren, en un cercanías rumbo a tu corazón.
Hace tanto tiempo que te debo una disculpa que me parecía propio vivir para dártela y no por ello consigo dormir con el descanso de una conciencia que tuvo que morir contigo, porque el cancer pudo con los dos, contigo desde tus entrañas y conmigo por tenerte siempre dentro de mi, y verte como los días, las semanas te alejaban de mi, de nuestro amor verdadero, de nuestros besos, del no importarme hasta donde podíamos llegar, ni lo que podrían pensar, porque lo más importante para mi era lo que tu pensaras, el apoyo que tendrías de mi y eso fue lo mas incondicional de mi vida, de una vida ya sin ti, con muchas preguntas, demasiadas para vivir.
Esta es una carta de amor en el tiempo, un recuerdo de que las enfermedades letales aún existen pero que jamás será mayor que el amor de las personas, de sus corazones, de lo importante que es una sola vida, la de los dos, de mi amor.
Te perdí cuando más nos queríamos, pero de todo ello aprendí que llevarte en mis adentros no era una pena tan grande, era mi orgullo, no era mi debilidad, era tu fuerza, no son mis lagrimas, son tu vitalidad, ¡sorpresa!, después de tanto tiempo… siempre te amare.